EL IMPERIALISMO, FASE SUPERIOR DEL CAPITALISMO, Resumen
EL IMPERIALISMO, FASE SUPERIOR DEL CAPITALISMO
Vladimir Ilyich Ulyanov - LENIN
"El imperialismo,
fase superior del capitalismo " fue escrito en la primera mitad de 1916.
El estudio de publicaciones de distintos países acerca del imperialismo lo
inició Lenin en Berna, en 1916; el libro empezó a escribirlo en enero de 1916.
A fines de este mes, Lenin se trasladó a Zurich y siguió trabajando en el
libro, en la biblioteca cantonal de esa ciudad. Los extractos, apuntes,
observaciones y cuadros que Lenin hizo de centenares de libros, revistas,
periódicos y resúmenes estadísticos extranjeros componen más de 40 pliegos de
imprenta. Estos materiales fueron publicados en edición aparte en 1939 bajo el
título de Cuadernos sobre el imperialismo. El 19 de junio (2 de julio) de 1916,
Lenin termino el trabajo y envió el manuscrito a la Editorial Parus. Los
elementos mencheviques atrincherados en la Editorial suprimieron de él la dura
crítica que se hacía de las teorías oportunistas de Kautsky y de los
mencheviques rusos (Martov, etc.). Donde Lenin decía "transformación"
(del capitalismo en imperialismo capitalista) ellos pusieron
"conversión", el "carácter reaccionario" (de la teoría del
"ultraimperialismo") lo sustituyeron por el "carácter
atrasado", etc. Con el título de El imperialismo, etapa contemporánea del
capitalismo la Editorial Parus lo imprimió a principios de 1917 en Petrogrado.
A su llegada a Rusia, Lenin escribió el prólogo del libro, que vio la luz en
septiembre de 1917.
El imperialismo ha surgido como desarrollo y
continuación de las propiedades fundamentales del capitalismo en general. Pero
el capitalismo se transforma en imperialismo capitalista al llegar a un cierto
grado muy alto de su desarrollo, cuando algunas de las propiedades del
capitalismo han comenzado a convertirse en su antítesis. Lo que sucede en este
proceso es la sustitución de la libre concurrencia capitalista por los monopolios
capitalistas. La libre concurrencia es la principal propiedad del capitalismo y
de la producción de mercancías en general; el monopolio se halla en oposición
directa con la libre concurrencia, pero esta última se ha transformado en
monopolio, creando la gran producción, eliminando la pequeña, llevando la
concentración de la producción y del capital hasta el punto tal que de su seno
surge el monopolio: carteles, sindicatos, trusts, y, fusionándose con ellos, el
capital de una docena escasa de bancos que manejan millones. Los monopolios que
se derivan de la libre concurrencia no la eliminan sino que existen por encima
y al lado de ella, engendrando contradicciones.
El imperialismo es la fase monopolista del
capitalismo.
Esto contiene lo esencial, pero conviene dar una
definición del imperialismo que contenga sus 5 rasgos fundamentales: 1) la
concentración de la producción y del capital llegada hasta un grado tan elevado
de desarrollo que se ha creado los monopolios, que desempeñan un papel decisivo
en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la
creación sobre la base de este “capital financiero” de la oligarquía
financiera; 3) la exportación de capital, a diferencia de la exportación de
mercancías, adquiere una importancia particular;4) la formación de asociaciones
internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten en el mundo
y 5) la terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias
capitalistas más importantes. El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo
en la cual ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero,
ha adquirido una importancia de primer orden la exportación de capital, ha empezado
el reparto del mundo por los trusts internacionales y ha terminado el reparto de
todo el territorio del mundo entre los países capitalistas más importantes. El imperialismo
representa en sí una fase particular de desarrollo del capitalismo.
Kautsky,
principal teórico Marxista de época de la Segunda Internacional, entre 1889
y1914, se pronuncio contra las ideas fundamentales expresadas en esa definición
de imperialismo, declarando que por imperialismo hay que entender no una “fase”
o un grado de la economía, sino una política, la política preferida por el
capital financiero; que no se puede identificar el imperialismo con el
capitalismo contemporáneo. En su definición de imperialismo dice:
El imperialismo es un producto del capitalismo
industrial altamente desarrollado. Consiste en la tendencia de cada nación
industrial capitalista a someter y anexionarse regiones agrarias cada vez
mayores, sean cuales sean las naciones que la pueblan.
Pero esta definición no sirve para nada, es
unilateral, destaca tan solo el problema nacional, enlazándolo arbitraria y
erróneamente sólo con el capital industrial en los países que se anexionan
otras naciones, colocando erróneamente en primer término las anexiones
agrarias. El imperialismo es una tendencia a las anexiones, a esto se reduce la
parte política de su definición, que es justa pero incompleta. En el aspecto
económico las inexactitudes de la definición de Kautsky saltan a la vista, lo
característico del imperialismo no es el capital industrial, sino el capital
financiero. Lo esencial del imperialismo consiste en la tendencia a la anexión,
pero no solo de las regiones agrarias, sino también de las más industriales,
pues el reparto definitivo de la tierra, obliga, al proceder aun nuevo reparto,
a tender la mano hacia toda clase de territorios; para el imperialismo es sustancial
la rivalidad de grandes potencias en las aspiraciones a la hegemonía, a apoderarse
de territorios. Kautsky pretende defender el marxismo, pero en realidad da un
paso atrás, con relación a Hobson, que si tiene en cuenta, las dos
particularidades “histórico-concretas” del imperialismo contemporáneo: 1)
concurrencia d varios imperialismos, 2) predominio del financiero sobre el
comerciante. La definición de Kautsky es errónea y no marxista, rompe con la
teoría y la práctica marxista. Separa la política del imperialismo de su
economía, hablando de las anexiones como de una política preferida por el
capital financiero y oponiendo a la misma otra política burguesa posible, según
él, sobre la misma base del capital financiero. Resulta más un reformismo
burgués en lugar del marxismo. Kautsky sostiene que desde el punto de vista
económico no es imposible que el capitalismo pase todavía por una nueva fase,
fase del ultraimperialismo, el superimperialismo, la unión de los imperialismos
de todo el mundo, la fase de la explotación general del mundo por el capital
financiero unido internacionalmente. El desarrollo hacia un monopolio mundial
único carece de todo contenido. La mejor respuesta a las abstracciones muertas del
ultraimperialismo es la oposición a las mismas de la realidad económica
concreta de la economía mundial moderna. Las divagaciones inconcientes de
Kautsky estimulan la idea errónea, según la cual la dominación del capital
financiero atenúa las desigualdades y las contradicciones de la economía
mundial, cuando en realidad lo que hace es acentuarlas. Calwer ha resumido los
datos económicos que permiten formarse una idea de las interrelaciones de la
economía mundial en los albores del S XX. Divide al mundo en 5 “regiones
económicas principales” 1) la centro-europea, 2) la británica, 3) la rusa, 4)
la oriental- asiática y la 5) americana. 3 regiones tienen un capitalismo muy
desarrollado: la centro-europea donde el rasgo característico es el
fraccionamiento político; la británica con elevada concentración política e
inmensas colonias, y la americana con elevada concentración política pero colonias
insignificantes. Entre ellas 3 estados ejercen el dominio en el mundo: Alemania,
Inglaterra y EEUU. Hay 2 regiones en la que el capitalismo está débilmente desarrollado:
la de Rusia donde es extremadamente débil la densidad de la población y la concentración
política es grande; y la oriental- asiática donde la densidad de población es elevada
pero la concentración política no existe. Los carteles internacionales nos
muestran el ejemplo de una partición y un nuevo reparto del mundo, el tránsito
del reparto pacífico al no pacífico. El capital financiero y los trusts no
atenúan, sino que acentúan las diferencias entre el ritmo de crecimiento de las
distintas partes de la economía mundial. La estadística de las vías férreas nos
muestra las diferencias de ritmo en el crecimiento del capitalismo y del
capital financiero en toda la economía mundial. Las vías férreas se han
desarrollado con mayor rapidez en las colonias y en los Estados Independientes
de Asia y América. El capital financiero de los 4 o 5 Estados capitalistas más
importantes ordena y manda aquí de modo absoluto. Donde más rápidamente crece
el capitalismo es en las colonias y en los países transoceánicos. Entre ellos
nuevas potencias imperiales como Japón. Las luchas de los imperialismos
mundiales se agudizan. EL LUGAR HISTÓRICO DEL IMPERIALISMO. El imperialismo es
el capitalismo monopolista. Con ello queda determinado el lugar histórico del
imperialismo, pues el monopolio nace de la libre concurrencia, es el tránsito del
capitalismo a un orden social- económico mas elevado. Pero hay que poner de
relieve 4 variedades del monopolio característicos del período que nos ocupa.1)
el monopolio es producto de la concentración de la producción en un grado muy elevado
de su desarrollo. Son las alianzas de los monopolistas de los capitalistas, carteles,
sindicatos, trusts. 2) Los monopolios han conducido a la conquista de las más
importantes fuentes de materias primas, sobre todo para la industria
fundamental y más cartelizada de la Soc. Capitalista: la Hullera y la
siderúrgica.3) El monopolio ha surgido de los bancos, los cuales se han
convertido en monopolistas del capital financiero. 3 o 5 bancos más importantes
de cualquiera de las naciones capitalistas mas avanzadas han realizado la unión
personal de capital industrial y bancario. Una oligarquía financiera.4) El
monopolio ha nacido de la política colonial.
A los viejos motivos de la política colonia, el
capital financiero ha sumado la lucha por las fuentes de materias primas, por
la exportación de capital, por las esferas de influencia y por el territorio
económico en general. Cuando todo el mundo estaba repartido, comenzó la era de
la posesión monopolista de las colonias, y la lucha por la partición y el nuevo
reparto del mundo. El capital monopolista ha agudizado todas las
contradicciones del capitalismo. Los monopolios, la oligarquía, la tendencia a
la dominación, la explotación de naciones pequeñas por naciones fuertes, han
originado los rasgos distintivos del imperialismo que lo caracterizan como
capitalismo parasitario o en estado de descomposición. Una de las tendencias
del imperialismo es la creación de “Estados- rentistas”. Ciertas ramas industriales
manifiestan en la época el imperialismo estas tendencias. El capitalismo crece
con rapidez, pero este crecimiento es cada vez más desigual, esa desigualdad se
manifiesta en la descomposición de los países más fuertes en capital
(Inglaterra).Las más grandes diferencias políticas se acentúan en la época del
imperialismo, por que en todos los casos se trata de una burguesía con rasgos
definidos de parasitismo. La obtención de elevadas ganancias monopolistas por
los capitalistas de una de las numerosas ramas de la industria, da a los mismos
la posibilidad económica de sobornar a ciertos sectores obreros y a una
minoría, atrayéndolos al lado de la burguesía.
El antagonismo mas intenso de las naciones
imperialistas, por el reparto del mundo, refuerza esta tendencia. Es así como
se crea el lazo entre el imperialismo y el oportunismo, el cual se ha
manifestado, antes en Inglaterra. Habría que calificar el imperialismo de
capitalismo de transición agonizante. Es, en este sentido, extremadamente
instructivo que los términos más corrientes empleados por los economistas
burgueses que describen el capitalismo moderno son: entrelazamiento, ausencia
de aislamiento. Se entrelazan casualmente la posesión de acciones, las relaciones
de los propietarios privados. Pero lo que constituye la base de dicho entrelazamiento
son las relaciones sociales de la producción que se están modificando. Nos hallamos
ante una socialización de la producción.
I. LA
CONCENTRACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y LOS MONOPOLIOS
El incremento enorme de la industria y el proceso
notablemente rápido de concentración de la producción en empresas cada vez más
grandes constituyen una de las particularidades más características del
capitalismo. Las estadísticas industriales modernas suministran los datos más
completos y exactos sobre este proceso.
En Alemania, por ejemplo, de cada mil empresas
industriales, en 1882, tres eran empresas grandes, es decir, que contaban con
más de 50 obreros; en 1895, seis, y en 1907, nueve. De cada cien obreros les
correspondían, respectivamente, 22, 30 y 37. Pero la concentración de la
producción es mucho más intensa que la de los obreros, pues el trabajo en las
grandes empresas es mucho más productivo, como lo indican los datos relativos a
las máquinas de vapor y a los motores eléctricos. Si tomamos lo que en Alemania
se llama industria en el sentido amplio de esta palabra, es decir, incluyendo
el comercio, las vías de comunicación, etc., obtendremos el cuadro siguiente:
grandes empresas, 30.588 sobre un total de 3.265.623, es decir, el 0,9%. En
ellas están empleados 5,7 millones de obreros sobre un total de 14,4 millones,
es decir, el 39,4%; caballos de fuerza de vapor, 6,6 millones sobre 8,8, es
decir, el 75,3%; de fuerza eléctrica 1,2 millones de kilovatios sobre 1,5
millones, o sea el 77,2%.
II. LOS
BANCOS Y SU NUEVO PAPEL
La operación fundamental y primordial de los
bancos consiste en servir de intermediarios para los pagos. En relación con
ello, los bancos convierten el capital monetario inactivo en activo, esto es,
que rinde beneficio; reúnen toda clase de ingresos metálicos y los ponen a
disposición de la clase de los capitalistas.
A medida que van desarrollándose los bancos y que
va acentuándose su concentración en un número reducido de establecimientos, de
modestos intermediarios que eran antes, se convierten en monopolistas
omnipotentes que disponen de casi todo el capital monetario de todos los
capitalistas y pequeños patronos, así como de la mayor parte de los medios de
producción y de las fuentes de materias primas de uno o de varios países. Esta
transformación de los numerosos y modestos intermediarios en un puñado de
monopolistas constituye uno de los procesos fundamentales de la transformación
del capitalismo en imperialismo capitalista, y por esto debemos detenernos, en
primer término, en la concentración de los bancos.
III. EL
CAPITAL FINANCIERO Y LA OLIGARQUÍA FINANCIERA
"Una parte cada día mayor del capital
industrial — escribe Hilferding — no pertenece a los industriales que lo
utilizan. Pueden disponer del capital únicamente por mediación del banco, que
representa, respecto de ellos, al propietario de dicho capital. Por otra parte,
el banco también se ve obligado a colocar en la industria una parte cada vez
más grande de su capital. Gracias a esto, se convierte, en proporciones
crecientes, en capitalista industrial. Este capital bancario, por consiguiente,
capital en forma de dinero, que por este procedimiento se trueca de hecho en
capital industrial, es lo que llamo capital financiero". "El capital
financiero es el capital que se halla a disposición de los bancos y que es
utilizado por los industriales".
Esta definición no es completa, por cuanto no se
indica en ella uno de los hechos más importantes, a saber: el aumento de la
concentración de la producción y del capital en un grado tan elevado, que
conduce y ha conducido al monopolio. Pero en toda la exposición de Hilferding,
en general, y en particular en los dos capítulos que preceden a aquél del cual
hemos entresacado esta definición, se subraya el papel de los monopolios
capitalistas.
IV. LA
EXPORTACIÓN DE CAPITAL
Lo típico del antiguo capitalismo, en la época en
que la libre competencia tenía vigencia, fue la exportación de bienes.
Lo típico de la fase reciente del capitalismo, bajo la vigencia de los
monopolios, es la exportación de capital.
El capitalismo es la producción de bienes en su
etapa más alta de desarrollo, cuando la fuerza laboral misma se convierte en un
bien transable. El crecimiento del intercambio interno, y particularmente del
intercambio internacional, es la característica distintiva del capitalismo. El
desarrollo desigual y espasmódico de empresas individuales, de ramas
individuales de la industria y de países individuales, es inevitable bajo el
sistema capitalista. Inglaterra se convirtió en un país capitalista antes que
cualquier otro y, hacia mediados del Siglo XIX, después de haber adoptado el
libre comercio, se vanagloriaba de ser la "fábrica del mundo"
proveedora de bienes a todos los países que, en contrapartida, habrían de
mantenerla provista de materias primas. Pero en el último cuarto del Siglo
XIX este monopolio ya estaba socavado. Otros países,
resguardándose mediante tarifas "protectoras", se convirtieron en
Estados capitalistas independientes. Al alborear el Siglo XX asistimos a la
formación de un nuevo tipo de monopolio: primero, convergencias capitalistas en
todos los países capitalistas desarrollados; segundos, la posición monopólica
de unos pocos países muy ricos en los cuales la acumulación de capital ha
llegado a proporciones gigantescas. En los países avanzados ha surgido una
enorme "superabundancia de capital".
V. EL
REPARTO DEL MUNDO ENTRE LAS ASOCIACIONES DE CAPITALISTAS
Las asociaciones monopólicas capitalistas, los
cartels, los sindicatos y los trusts se dividen entre ellos, en primer lugar,
el mercado doméstico y se toman posesión, de una manera más o menos completa,
de la industria de un país. Pero bajo el capitalismo, el mercado interno está
inevitablemente ligado al mercado externo. Hace ya mucho tiempo que el
capitalismo ha creado un mercado mundial. A medida en que la exportación del
capital fue en aumento, y a medida en que las conexiones externas, las conexiones
coloniales y las "esferas de influencia" de las grandes asociaciones
monopólicas se expandieron en todo sentido, las cosas gravitaron
"naturalmente" hacia un acuerdo internacional entre estas
asociaciones y hacia la formación de cartels internacionales.
VI. EL
REPARTO DEL MUNDO ENTRE LAS
GRANDES POTENCIAS
GRANDES POTENCIAS
"El rasgo característico de este período --
concluye dicho autor -- es, por consiguiente, el reparto de África y
Polinesia".
Como ni en Asia ni en América hay tierras
desocupadas, es decir, que no pertenezcan a ningún Estado, hay que ampliar la
conclusión de Supan y decir que el rasgo característico del período que nos
ocupa es el reparto definitivo de la Tierra, definitivo no en el sentido de que
sea imposible repartirla de nuevo -- al contrario, nuevos
repartos son posibles e inevitables --, sino en el de que la política colonial
de los países capitalistas ha terminado ya la conquista de
todas las tierras no ocupadas que había en nuestro planeta. Por vez primera, el
mundo se encuentra ya repartido, de modo que lo que en adelante puede
efectuarse son únicamente nuevos repartos, es decir, el paso
de territorios de un "amo" a otro, y no el paso de un territorio sin
amo a un "dueño".
VII. EL
IMPERIALISMO, COMO FASE
PARTICULAR DEL CAPITALISMO
PARTICULAR DEL CAPITALISMO
El imperialismo ha surgido como desarrollo y
continuación directa de las propiedades fundamentales del capitalismo en
general. Pero el capitalismo se ha trocado en imperialismo capitalista
únicamente al llegar a un cierto grado muy alto de su desarrollo, cuando algunas
de las propiedades fundamentales del capitalismo han comenzado a convertirse en
su antítesis, cuando han tomado cuerpo y se han manifestado en toda la línea
los rasgos de la época de transición del capitalismo a una estructura económica
y social más elevada. Lo que hay de fundamental en este proceso, desde el punto
de vista económico, es la sustitución de la libre concurrencia capitalista por
los monopolios capitalistas. La libre concurrencia es la propiedad fundamental
del capitalismo y de la producción de mercancías en general; el monopolio se
halla en oposición directa con la libre concurrencia, pero esta última se ha
convertido a nuestros ojos en monopolio, creando la gran producción, eliminando
la pequeña, reemplazando la gran producción por otra todavía mayor, llevando la
concentración de la producción y del capital hasta tal punto, que de su seno ha
surgido y surge el monopolio: cartels, sindicatos, trusts, y, fusionándose con
ellos, el capital de una docena escasa de bancos que manejan miles de millones.
Y al mismo tiempo, los monopolios, que se derivan de la libre concurrencia, no
la eliminan, sino que existen por encima y al lado de ella, engendrando así una
serie de contradicciones, rozamientos y conflictos particularmente agudos. El
monopolio es el tránsito del capitalismo a un régimen superior.
VIII. EL
PARASITISMO Y LA DESCOMPOSICION
DEL CAPITALISMO
DEL CAPITALISMO
Conviene ahora que nos detengamos en otro aspecto,
muy importante, del imperialismo, al cual, en los razonamientos sobre este
tema, no se concede la atención debida en la mayor parte de los casos. Uno de
los defectos del marxista Hilferding consiste en que, en comparación con el no
marxista Hobson, ha dado un paso atrás. Nos referimos al parasitismo, propio
del imperialismo.
Como hemos visto, la base económica más profunda
del imperialismo es el monopolio. Se trata de un monopolio capitalista, esto
es, que ha nacido del seno del capitalismo y se halla en las condiciones
generales del mismo, de la producción de mercancías, de la competencia, en una contradicción
constante insoluble con dichas condiciones generales. Pero, no obstante, como
todo monopolio, engendra inevitablemente una tendencia al estancamiento y a la
descomposición. Puesto que se fijan, aunque sea temporalmente, precios
monopolistas, desaparecen hasta cierto punto las causas estimulantes del
progreso técnico y, por consiguiente, de todo progreso, de todo movimiento
hacia adelante, surgiendo así, además, la posibilidad económica de
contener artificialmente el progreso técnico.
IX. LA
CRÍTICA DEL IMPERIALISMO
Entendemos la crítica del imperialismo en el
sentido amplio de esta palabra, como posición de las distintas clases de la
sociedad ante la política del imperialismo en relación con la ideología general
de las mismas.
Las gigantescas proporciones del capital
financiero, concentrado en unas pocas manos, que ha creado una red
extraordinariamente vasta y densa de relaciones y enlaces, que ha sometido no
sólo a la masa de los capitalistas y empresarios medianos y pequeños, sino a
los más insignificantes, por una parte, y la exacerbación, por otra, de la
lucha con otros grupos nacionales de financieros por el reparto del mundo y por
el dominio sobre otros países: todo esto provoca el paso en bloque de todas las
clases poseyentes al lado del imperialismo. El signo de nuestro tiempo es el
entusiasmo "general" por las perspectivas de este último, la defensa
porfiada del mismo, su embellecimiento por todos los medios. La ideología
imperialista penetra, incluso, en el seno de la clase obrera, la cual no está
separada de las demás clases por una muralla china. Si los jefes del llamado
Partido "Socialdemócrata" actual de Alemania han sido con justicia
calificados de "socialimperialistas", esto es, de socialistas de
palabra e imperialistas de hecho, Hobson hacía notar ya en 1902 la existencia
de "imperialistas fabianos" en Inglaterra, pertenecientes a la
oportunista "Sociedad Fabiana".
X. EL
LUGAR HISTORICO DEL
IMPERIALISMO
IMPERIALISMO
Como hemos visto, el imperialismo, por su esencia
económica, es el capitalismo monopolista. Con ello queda ya determinado el
lugar histórico del imperialismo, pues el monopolio, que nace única y
precisamente de la libre concurrencia, es el tránsito del capitalismo a un
orden social-económico más elevado. Hay que poner de relieve particularmente
cuatro variedades principales del monopolio o manifestaciones principales del
capitalismo monopolista característicos del período que nos ocupa.
Primero: El monopolio es un producto de la
concentración de la producción en un grado muy elevado de su desarrollo.
Son las alianzas monopolistas de los capitalistas,
cartels, sindicatos, trusts. Hemos visto, qué inmenso papel desempeñan en la
vida económica contemporánea. Hacia principios del siglo XX, alcanzaron pleno
predominio en los países avanzados, y si los primeros pasos en el sentido de la
cartelización fueron dados con anterioridad por los países con tarifas
arancelarias proteccionistas elevadas (Alemania, Estados Unidos), Inglaterra,
con su sistema de librecambio, mostró, sólo un poco más tarde, ese mismo hecho
fundamental: el nacimiento del monopolio como consecuencia de la concentración
de la producción.
Segundo: Los monopolios han conducido a la
conquista recrudecida de las más importantes fuentes de materias primas,
particularmente para la industria fundamental y más cartelizada de la sociedad
capitalista: la Hullera y la siderúrgica. La posesión monopolista de las
fuentes más importantes de materias primas ha aumentado en proporciones
inmensas el poderío del gran capital y ha agudizado las contradicciones entre
la industria cartelizada y la no cartelizada.
Tercero: El monopolio ha surgido de los
bancos, los cuales, de modestas empresas intermediarias que eran antes, se han
convertido en monopolistas del capital financiero. Tres o cinco bancos más
importantes de cualquiera de las naciones capitalistas más avanzadas han
realizado la "unión personal" del capital industrial y bancario, han
concentrado en sus manos miles y miles de millones que constituyen la mayor
parte de los capitales y de los ingresos en dinero de todo el país. Una
oligarquía financiera que tiende una espesa red de relaciones de dependencia
sobre todas las instituciones económicas y políticas de la sociedad burguesa contemporánea
sin excepción: he aquí la manifestación de más relieve de este monopolio.
Cuarto: El monopolio ha nacido de la política
colonial. A los numerosos "viejos" motivos de la política colonial,
el capital financiero ha añadido la lucha por las fuentes de materias primas,
por la exportación de capital, por las "esferas de influencia", esto
es, las esferas de transacciones lucrativas, concesiones, beneficios
monopolistas, etc., y, finalmente, por el territorio económico en general.
Cuando las potencias europeas ocupaban, por ejemplo, con sus colonias, una décima
parte de África, como fue aún el caso en 1876, la política colonial podía
desarrollarse de un modo no monopolista, por la "libre conquista",
por decirlo así, de territorios. Pero cuando resultó que las 9/10 de
África estaban ocupadas (hacia 1900), cuando resultó que todo el mundo estaba
repartido, empezó inevitablemente la era de posesión monopolista de las
colonias y, por consiguiente, de lucha particularmente aguda por la partición y
el nuevo reparto del mundo.
Todo el mundo conoce hasta qué punto el capital
monopolista ha agudizado todas las contradicciones del capitalismo. Basta
indicar la carestía de la vida y el yugo de los cartels. Esta agudización de
las contradicciones es la fuerza motriz más potente del período histórico de
transición iniciado con la victoria definitiva del capital financiero mundial.
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